Los groenlandeses decidieron su futuro minero en las urnas
"¿No al uranio?". Los groenlandeses eligieron este martes su nuevo parlamento en un escrutinio anticipado dominado por un proyecto minero que divide al territorio autónomo danés en el Ártico, objeto de un creciente apetito extranjero en un trasfondo de cambio climático.
Los centros de votación cerraron a partir de las 22H00 GMT, pese a que en la capital Nuuk la apertura tuvo que ser prolongada debido a la afluencia tardía de electores, según imágenes de la televisión groenlandesa KNR. Los resultados se esperan en la madrugada del miércoles.
En esta inmensa isla ártica de tan solo 56.000 habitantes y 40.000 electores, los dos principales partidos están enfrentados por la autorización del proyecto minero de tierras raras y de uranio de Kuannersuit, en el sur.
Los partidarios del proyecto, entre ellos el partido socialdemócrata Siumut -en el poder, pero en desventaja en los sondeos-, ven a la minería como un recurso importante para una pequeña economía que depende aún ampliamente de la subvenciones de Dinamarca.
En cambio, el Partido Inuit (IA), de izquierda y ecologista, y al que las encuestas dan como ganador, considera que el proyecto es una amenaza para el frágil medio ambiente local, enfrentado ya al fantasma del cambio climático acelerado.
"He votado por un partido que dice no al uranio", dijo a la AFP Henrik Jensen, tras depositar su voto en Nuuk. "Groenlandia siempre ha estado en contra de las minas de uranio y es por ello que voto por un partido que dice no al uranio".
Siete formaciones y 189 candidatos se disputan los 31 escaños del Parlamento local.
En Nuuk, los electores se agolpaban ante el Inussivik, gran complejo deportivo que alberga el centro de votación en la capital, constató un corresponsal de la AFP.
A la entrada se repartían mascarillas para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias en un territorio prácticamente libre de covid-19, que ha registrado 31 casos y ningún fallecido.
"No he votado como las últimas veces (…) Espero una alternancia para que haya cambios", explica Frederik Grønvold. Aunque la vida política groenlandesa no despierta grandes pasiones desde su autonomía en 1979, Groenlandia suscita cada vez más interés internacional.
Eso quedó patente en 2019 cuando el entonces presidente estadounidense Donald Trump se ofreció a comprarla, ante el posicionamiento ruso y, más recientemente, el chino en el Ártico.
– No está en venta –
Tanto Copenhague como Nuuk han dejado claro que el territorio no está en venta, pero el gobierno local trata de atraer inversores poniendo como señuelo sus recursos naturales probados o esperados.
El proyecto de Kuannarsuit, del que el grupo australiano con capital chino Greenland Minerals tiene desde 2010 permiso de exploración, provocó en febrero una crisis política que dio lugar a la convocatoria anticipada de elecciones.
Según un sondeo publicado el lunes, 63% de los groenlandeses están en contra del proyecto de Kuannarsuit, pero en cuanto a la explotación minera en general, la tendencia es inversa (52% a favor, 29% en contra).
Además de la minería, la campaña electoral también se centró en la pesca, que constituye el sector económico más importante de la isla, las cuestiones sociales y la identidad cultural, en un momento en que la juventud recupera las costumbres inuits y cuestiona la herencia colonial danesa.
Liderado por Mute Egede, un diputado de 34 años, IA encabeza los sondeos con 36% de intención de voto, diez puntos porcentuales más que en las anteriores elecciones de 2018.
Siumut, en el poder de manera casi ininterrumpida desde hace cuatro décadas, obtendría 23%, un retroceso de 4 puntos.
Pero el resultado de las elecciones sigue siendo incierto, según el politólogo Rasmus Leander Nielsen, de la Universidad de Groenlandia, ya que es muy poco probable que un partido obtenga mayoría absoluta.
"El escenario más probable es que IA se alíe con uno o dos pequeños partidos", afirma.
El Partido Inuit está a favor de una moratoria sobre el uranio que suspendería de facto la autorización de explotación del yacimiento, lo que para algunos comprometería las veleidades de independencia económica e incluso política de Groenlandia.
Copenhague asegura que no se opone a la independencia, pero emanciparse totalmente privaría a Groenlandia de los más de 520 millones de euros anuales (610 millones de dólares) que Dinamarca inyecta anualmente, es decir, un tercio de su presupuesto.
Si llega a gobernar, el partido Inuit ha prometido firmar el acuerdo de París sobre el clima, pues Groenlandia es uno de los pocos territorios que todavía no se ha adherido.
Desde la década de los 1990, el calentamiento climático es dos veces más rápido en el polo Norte que en otros lugares, y altera las formas de vida tradicionales de los inuits.
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