La DAIA y el Museo del Holocausto conmemoraron el 78° aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia
A las 18.05 en punto, en el Museo del Holocausto de Buenos Aires, esa institución y la DAIA dieron inicio al acto central que conmemoró el 78° aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia. Se recordó el acto heroico de la resistencia judía contra el nazismo. Comenzó el 19 de abril de 1943 (según el calendario gregoriano, el 8 de este mes en el judío) cuando alrededor de 700 combatientes, munidos de armas caseras, mal alimentados y desahuciados, pelearon con bravura contra las tropas alemanas, el mejor y bien pertrechado ejército de Europa en ese momento. En principio lograron impedir la deportación de los últimos 60 mil judíos que aún vivían en el gueto. En condiciones extremas resistieron un mes, el mismo tiempo que a las fuerzas armadas de los nazis les llevó derrotar a un ejército profesional como el francés.
El fin de la rebelión llegó el 16 de mayo de 1943. De los más de 56.000 judíos capturados, aproximadamente 7.000 fueron fusilados, y los restantes fueron deportados a campos de exterminio. Los alemanes dejaron tierra arrasada en ese sector de Varsovia.
Con pocos invitados por el contexto de pandemia y estrictos protocolos, en primer lugar tomó la palabra el presidente del Museo, Marcelo Mindlin. En su breve discurso señaló que el de hoy fue “el primer acto oficial que realizamos aquí desde que lo inauguramos el primero de diciembre de 2019. Mi discurso inaugural tuvo como eje central el hecho que, en la Argentina, la memoria de la Shoá es una auténtica política de Estado. Casi un mes más tarde del acto inaugural, la Argentina volvía a demostrar la relevancia de esta política de Estado cuando su flamante presidente el Dr. Alberto Fernández, concretó su primer viaje oficial al Estado de Israel para rendir homenaje a las víctimas por el día internacional del recuerdo del Holocausto. En esos días, por iniciativa del presidente, la Argentina fue el primer país latinoamericano en adoptar la definición de antisemitismo de la IHRA (Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto según su sigla en inglés)”.
En ese contexto, Mindlin aprovechó la oportunidad para solicitar “a las autoridades del gobierno y del Congreso de la Nación que aprueben el proyecto de ley que reconoce la importancia de la labor de nuestro museo, tanto histórica como presente, y que designe un apoyo económico que reforzará la sustentabilidad de nuestra organización. La aprobación de esta ley significaría un importante eslabón adicional en la cadena de compromisos con la memoria de la Shoá que el Estado argentino ha asumido en las últimas décadas”.
Lo escucharon sentados en sillas blancas ubicadas según los protocolos de distanciamiento, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; el Secretario General y Relaciones Internacionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Fernando Straface y la Subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de GCBA, Pamela Malewicz. También acudieron al acto las embajadoras de Israel (Galit Ronen) y Polonia (Aleksandra Piątkowska) y su par de Alemania (Ulrich Sante). Además, hubo representantes de la comunidad judía y, en forma virtual, sobrevivientes del Holocausto, que lo pudieron seguir por las transmisiones online a través de Facebook de ambas instituciones organizadoras e Infobae, algo que fue destacado en el acto.
En segundo lugar tomó la palabra el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, quien mencionó que “la sociedad argentina tiene un compromiso constante con el ejercicio de la memoria, para que el horror no se vuelva a repetir en nuestro mundo. Creo que para todos nosotros, recordar lo que fue la rebelión del Gueto de Varsovia, esas historias de coraje en medio del sufrimiento colectivo de miles de judíos que sufrieron las atrocidades también implica una responsabilidad desde nuestro sistema educativo y de nuestra escuela. Nos resulta muchas veces complejo generar que esas experiencias puedan ser conocidas y atravesar realmente nuestras aulas, para que a partir de esos aprendizajes se pueda comprender lo doloroso, lo complejo de esos procesos políticos que vivió la Humanidad. Poder comprender lo que fueron las expresiones del totalitarismo nazi como algo que quizás para nuestros jóvenes, para nuestros niños y niñas parece tan lejano, pero tenemos que ser conscientes que sin memoria son situaciones que pueden volver a repetirse”.
Más adelante, el presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, expresó que “se torna esencial para la sociedad en su conjunto rememorar hechos tan tristes, como los sucedidos en la Shoá, porque nos permite pensar acerca del rol que tenemos cada ser humano en su vínculo con el otro y el impacto que podemos generar. Por eso, es tan importante esta fecha para nuestra institución porque requiere un trabajo de gran responsabilidad para no olvidar y, sobre todo, para educar a las nuevas generaciones para que no se repitan actos tan aberrantes como fue el Holocausto, que fue una verdadera catástrofe”.
El último orador fue el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa, el único que no leyó su discurso. Sostuvo que “para mi en lo personal, y para nosotros como gobierno, es una satisfacción y una obligación estar acompañando este sendero que vienen recorriendo en forma permanente para mantener viva la memoria de la catástrofe y el horror, porque la Shoá es una catástrofe. Y es una catástrofe que no empezó el día que empezaron los asesinatos. Empezó el día en que en el abuso del poder del Estado, desde la ideología, desde el señalamiento de comercios, de bancos de plaza, desde la discriminación a personas, empezó desde un régimen político totalitario a perseguir a quienes de alguna manera arrancaron siendo un grupo de personas de distinto origen, para después pasar a una persecución y asesinato sistemático a un grupo racial y religioso. Esa catástrofe que empezó con pequeños signos, de alguna manera nos obliga a todos a sostener esos pequeños signos de memoria que impidan hacia adelante la posibilidad que vuelva a suceder”.
A continuación, el cantor litúrgico Enrique Grinberg, acompañado por el pianista Tomer Garelik, entonó una oración religiosa. Un sobreviviente del Holocausto, Pedro Lievendag, hizo un recorrido de su historia escapando de Europa hasta llegar a Shanghai -donde vivió a su vez en el gueto judío de esa ciudad china- y su llegada a la Argentina. Como dijo: ”El judaísmo se basa de lo que se cuenta de una generación a la siguiente, por eso, festejamos Pesaj, la fiesta de la libertad”.
Por último, su colega Gabriel Fleiser y la soprano Raquel Weinhold cantaron el Himno de los Partisanos y la actriz Jessica Schultz recitó el poema “Cada senda es un inicio”, de Aida Ender y Diana Wang, que comienza diciendo: Nosotros, los que sobrevivimos / Los expoliados, aislados y marcados / Los encerrados, violados y denigrados / Sabemos, lo sabemos bien, que ninguna senda es la final…” y finaliza “Porque cada senda es nueva y ninguna es la final /Somos los que sobrevivimos y los que nacimos después / Nos bebemos la vida medida por medida / ¡Ni aquella senda, ni ésta, ni ninguna, será la final! / Cada senda es un inicio y habrá otras, muchas más / ¡El pueblo judío vive! ¡Estamos acá! / ¡Mir Zainen Do! ¡Am Israel Jai!
Fue un final emotivo para un acto que la pandemia hizo único, pero cumplió su objetivo: honrar a las víctimas y sobrevivientes del Holocausto y llevar un mensaje de unión en memoria de los 6 millones de judíos asesinados en la Shoá.
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