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Los dos frentes de Horacio Rodríguez Larreta

En las últimas semanas, el PRO logró atraer la atención de una buena parte de la opinión pública y el interés mediático a su interna entre María Eugenia Vidal y Patricia Bullrich. Si bien uno podría pensar que conocer los nombres de quienes están en pugna por los liderazgos, qué intereses representa cada una de las partes y cuáles son los proyectos políticos de corto y mediano plazo que están detrás no son relevantes para una contienda general, lo cierto es que sí. Entre las máximas que se suelen escuchar en el ámbito de la comunicación política, hay una que se ajusta a este caso: “nadie vota a quien no conoce”.

Esto no quiere decir que los electores decidan su voto exclusivamente por su nivel de conocimiento respecto a uno u otro candidato. De ser así Cristina Fernández de Kirchner o Mauricio Macri ganarían con el 99% de los votos, ya que su nivel de conocimiento es casi absoluto a lo largo y a lo ancho del país. Lo que expresa la máxima, es que para que alguien pretenda ser votando, tiene que resultarle conocido al elector. Primero saber quién es, para luego construir un posicionamiento temático, proyectar la imagen deseada, buscar establecer empatía, identificar rápidamente sus adversarios y aliados, diferenciarse, etc.

Siguiendo esta idea, haber logrado el difícil fenómeno de que parte del electorado se interese por una interna partidaria, es un buen punto de partida. A esta altura, y sobre todo con la atención pública recibida de los últimos días, pocos porteños desconocen quién es Vidal, que en su “juego político” está más cercana a Horacio Rodríguez Larreta que a Macri y cuyo posicionamiento temático tiene que ver con la búsqueda de una cercanía con los vecinos, una imagen de sensibilidad y capacidad de escucha, y una actitud hostil -tras ser gobernadora de la provincia de Buenos Aires- frente a ciertos sectores de poder (“las mafias”, “los mismos de siempre”, “los varones del conurbano”, “los sindicalistas corruptos”, etc.); asimismo pocos porteños desconocen quién es Patricia Bullrich, identificándola como una dirigente del PRO con un discurso más duro, más confrontativa con el gobierno nacional, afecta a las denuncias de alto impacto mediático, y un perfil vinculado a los temas de seguridad desde una perspectiva más asociada a lo que se conoce como “mano dura”.

En definitiva, parte del éxito de generar tensión en una interna, convocar la mirada de los electores y lograr que las diferencias se resuelvan de una forma pacífica y por consenso es, en términos comunicacionales, comenzar una contienda electoral con cierta ventaja: los candidatos ya están instalados.

Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli
Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli

La Ciudad y la Provincia de cara a 2023

Los mejores estrategas no son sólo los que analizan y actúan a la luz de la complejidad de factores, actores y variables que influyen en el corto plazo, sino sobre todo los que tienen un ojo puesto en el largo. En términos de la Argentina actual, hacer campañas electorales en 2021 es, en parte, mirar inevitablemente al 2023. Así, esta contienda legislativa es clave para Horacio Rodríguez Larreta. No por el hecho de que él este compitiendo directamente, ponga en juego su gobernabilidad, o tenga incertidumbre sobre el resultado en la Ciudad, sino porque está buscando dos victorias, en dos frentes distintos, para posicionarse de cara a las presidenciales de 2023.

El primero pareciera ya haberse conquistado. Desde el fin del mandato presidencial de Macri, Rodríguez Larreta fue posicionándose como el sucesor natural dentro del PRO y disputando el liderazgo de Juntos por el Cambio frente a un puñados de dirigentes radicales. El haber podido lograr que Bullrich -quien indirectamente, es Macri- declinara la candidatura a Diputada Nacional por la Ciudad puede ser visto como una confirmación del liderazgo del jefe de Gobierno a la hora, ni más ni menos, que de armar listas. Hay que tener en cuenta que no solo logró declinar la postulación de la candidata de Macri, sino también de la presidenta del PRO a nivel nacional, algo impensado en otras épocas, cuando los partidos y sus estructuras eran más influyentes en el armado de listas.

La segunda victoria que Larreta busca tiene que ver con el resultado que su candidata Vidal pudiera tener en los comicios generales. Si la ex gobernadora logra imponerse con un número alto, es decir superar el 50% de los votos (el resultado de 2017), y mantenerse en la franja de lo que obtuvo primero Macri (60% en 2007 y 64% en 2011) y luego Larreta (51% en 2015 y 56% en 2019), el camino a 2023 estará en gran medida allanado. Ganar en 2021 significa, para el Jefe de Gobierno, poder tener una candidata instalada y competitiva en la Ciudad para hacer frente, no solo a candidatos disidentes del PRO sino, sobre todo al radicalismo porteño, es decir a Martín Lousteau.

No resulta menor para el mandatario porteño, pensando en 2023 y su eventual candidatura presidencial, intente fortalecer candidatos propios. Su preocupación, en definitiva, no es tanto el PRO, como la UCR. En la interna Larreta sabe que, si bien Macri y Bullrich resultan figuras convocantes, él es él que detenta la estructura de militancia, recursos y atención pública en la Ciudad. El desafío consistirá en cómo dar el salto de Ciudad a Nación sin dejar espacios vacíos que sean ocupados sin costo por cualquiera. Si Larreta logra posicionar en esta contienda a Vidal en la Ciudad y al actual vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, en la Provincia, ambos serán un factor de negociación y de cohesión en la coalición electoral de 2023.

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