Quién fue el argentino que descubrió un tipo de estrabismo en los niños
Seis músculos distintos rodean a cada ojo del ser humano y trabajan en equipo. Hacen que los ojos se enfoquen en un objeto. Pero el 4% de las personas nacen con un desorden genético por el cual los ojos no están alineados. En algunos casos, los desvíos de los ojos son hacia afuera. En otros, hacia adentro. En la Argentina, el oftalmólogo Alberto Ciancia fue el descubridor de un tipo de estrabismo infantil, que sociedades médicas de todo el mundo han reconocido. Se conoce como el Síndrome de Ciancia y tiene tratamiento con cirugías para que los chicos logren una mirada alineada.
El doctor Ciancia había nacido en 1924. Falleció el sábado pasado en Buenos Aires. Había nacido en el pueblo de Villa Iris, cerca de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, y a los 24 años empezó a estudiar medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, después de cursar algunos años de kinesiología. Por su dedicación al trastorno del estrabismo, sus publicaciones, su formación de cientos de especialistas, y su atención amorosa para sus pacientes y sus padres, Ciancia se convirtió en una eminencia con prestigio mundial. Nunca perdió su humildad y salvó la vista de miles de niñas y niños de la Argentina y de otros países que viajaban hasta Buenos Aires para tratarse.
Tras atender bebés, niñas, niños y adolescentes, Ciancia había notado que algunos padecían una desviación diferente a lo que decían los libros de oftalmología sesenta años atrás. Ese grupo de chicos tenía signos diferentes, como el movimiento involuntario de los ojos, y tortícolis en la cabeza. Les hizo un seguimiento y fue desarrollando estudios científicos que le permitieron tener evidencias de que se trataba de un síndrome desconocido de estrabismo.
“Se trata de un trastorno por el cual los ojos están muy desviados hacia la nariz. Es una esotropía infantil, de gran ángulo, que suele comenzar en el primer semestre de la vida del niño”, comentó a Infobae el doctor Leonardo Fernández Irigaray, quien es discípulo del doctor Ciancia tras hacer la maestría en estrabismo de la Universidad del Salvador y hoy es secretario general de la comisión directiva del Consejo Latinoamericano de Estrabismo.
“En la actualidad, sabemos que los casos de niños con síndrome de Ciancia deben operarse al año y medio de vida para alinear los ojos. Después, se necesita que los padres o los cuidadores lleven a los chicos a los controles con frecuencia para evitar el desarrollo de ambliopía u ojo vago”, comentó Fernández Irigaray, quien es jefe del servicio de estrabismo de la Clínica Dr. Nanno.
El doctor Ciancia ha sido “un gigante en el campo del estrabismo y la oftalmología pediátrica”, escribió el oftalmólogo de los Estados Unidos, Eugene Helveston, ex presidente de la Asociación Internacional de Estrabismo. Ciancia describió el síndrome de estrabismo que lleva su apellido en 1962 y luego pasó a ser un líder en su campo. Entre 1974 y 1978, fue el presidente de esa Asociación.
De acuerdo con Helveston, el médico argentino fue un líder que predicó “con el ejemplo con calidad, consistencia, entusiasmo y un carisma innegable. El éxito del que goza hoy la Asociación Internacional de Estrabología se debe en gran medida a la habilidad, la energía y el liderazgo de hombres como el doctor Ciancia, que fueron decisivos en el nacimiento de nuestra organización y a los que tenemos que agradecer y apreciar”.
En 2011, la Asociación Médica Argentina, declaró a Ciancia como “prócer de la oftalmología pediátrica”. Fue médico, científico, y profesor, y por la impronta que dejó en sus alumnos y colegas, varios decidieron fundar años atrás una asociación de discípulos que está dedicada a continuar con su legado y su compromiso en la atención de la visión de los niños.
Además del estrabismo, Ciancia se ocupó de los chicos que nacían con ceguera o que desarrollaban enfermedades que podían producir discapacidad visual. Fue uno de los fundadores de la Asociación Argentina para el Estudio de la Recuperación del Ciego y del Amblíope (ASAERCA) en 1971. “Nos motivó la idea de hacer que los chicos ciegos también puedan estudiar, trabajar, y acceder a la atención médica”, solía decir Ciancia. En esa época, muchos creían que las personas con ceguera no podían acceder a rehabilitación como parte de sus derechos a ser incluidos en la vida social de toda la población. Pero la intervención de Ciancia fue clave para que más chicos fueran incluidos y accedieran a la educación.
Ciancia fue también presidente de Consejo Argentino de Oftalmología entre 1980 y 1984. Durante su gestión, impulsó un programa de educación médica continua, un emprendimiento educativo que tuvo una enorme difusión en el país. Se realizaron capacitaciones específicas de temas oftalmológicos en las provincias en una época donde la educación virtual aún no existía.
Con todos sus discípulos, Ciancia solía enseñar que no solo había que tener una formación técnica sobre la especialidad. “Comuniquen con amor”, era la frase que utilizaba, según Fernández Irigaray. “Cuando los padres van al consultorio porque su hijo tiene los ojos desviados, suelen estar viviendo una situación triste. Nadie lo espera. Por eso, el doctor Ciancia siempre nos recordaba que había que comunicar el diagnóstico de estrabismo o de otros trastornos visuales de una manera franca, pero nunca demoledora. Se puede también comentar que hay tratamientos y que la situación puede mejorar”, contó Fernández Irigaray.
Para los miles de pacientes que se atendieron en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez o en su consultorio de la Avenida Callao al 1300 en Capital, la consulta con Ciancia después de la cirugía era todo un ritual. En la sala de espera había chicos de otras provincias y nacionalidades que iban y venían entre las pruebas previas, como fondo de ojo, al encuentro con el oculista. Había tizas y pizarrones. Hasta que el turno llegaba y la reunión con Ciancia empezaba con un “¿Cómo estás?”. Escuchaba a los chicos. Escuchaba a sus padres. Sacaba sus tarjetas de cartón con la historia clínica, y hacía los tests para evaluar la visión, y cada niña o niño salía feliz. Sus ojos estaban bien cuidados.
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