Los escollos para navegar por internet en Rusia en medio de la invasión a Ucrania y el fantasma de la Runet
En una era regida por la tecnología y la comunicación digital, Internet ocupa un lugar fundamental en el entramado político-social a nivel mundial. Tal es el caso que, frente a la invasión de Rusia a Ucrania, múltiples sitios y plataformas online no tardaron en pronunciarse en contra de la ofensiva lanzada por el Kremlin y decidieron sumarse a la ola de sanciones impuestas.
Sin embargo, a pesar de su notable peso en el día a día de las personas, a Vladimir Putin no parece ser un tema que le preocupe demasiado sino que, por el contrario, lo desestima o incluso, redobla la apuesta imponiendo sus propias reglas del juego.
A los ojos del mundo, el pedido de Ucrania de desconectar a Rusia es una sanción más que significativa. Asimismo, cabe resaltar que, en los tiempos que corren -donde las fintech tienen un rol cada vez más grande en las economías mundiales y considerando que Rusia no tiene un mercado tan fuerte como podría ser el Chino, que se le asemeja en el tipo de restricciones- los recortes en el acceso a sitios y plataformas podrían desembocar en un grave problema a futuro. Sin embargo, estos escenarios podrían quedar por fuera de la óptica de Putin, quien hace años trabaja en una alternativa algo similar a la “Gran Muralla Digital” que ya lleva tiempo aplicándose en China y mediante la cual se ejercen rigurosos controles sobre el contenido que se publica y divulga.
En 2019, Rusia sancionó la Ley de Soberanía de Internet y, con ella, lanzó Runet, su propia red. De esta manera, parecía que comenzaba a calentar motores para imponer a sus ciudadanos otro método de control mediante la posibilidad de aislarlos total o parcialmente cuando así lo decidiese. Tuvo su prueba piloto y fue exitosa. Tiempo atrás, en una entrevista con medios de comunicación, el mismo líder del Kremlin afirmó que “cuanta más soberanía tengamos, incluso en el campo digital, mejor. Esta es un área muy importante”.
A su vez, desde 2012 Rusia convive con una serie de sanciones que limitan el tráfico de datos que se mueve en Internet. Por ejemplo, la Ley Federal 139-FZ aprobada ese año estableció una lista negra de registros online, manejada por el Roskomnadzor (el Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación). Con ella se le otorgó poder al organismo para bloquear cualquier medio que considere que tiene contenido “inapropiado” y se oponga a eliminarlo. Según el último Informe de Transparencia de Google, correspondiente al primer semestre de 2021, Rusia -a través del Roskomnadzor- emitió en ese período aproximadamente 19.000 reclamos para eliminar más de 200.000 elementos.
Más tarde, en 2013, se aprobó la Ley Federal 398-FZ que permite la baja inmediata de sitios ligados a protestas, actividades extremistas o que convoquen a participar en eventos públicos masivos sin aprobación del Gobierno. A partir de esto, Apple y Google se vieron forzados a eliminar una aplicación de sus tiendas que había sido creada por seguidores del líder opositor Alexei Navalny.
2015 fue el año en el que el Kremlin empezó a apuntar más fuerte a las grandes empresas ya que con la ley 242-FZ impuso que la información de los ciudadanos rusos deba ser procesada y almacenada en servidores que estén físicamente en el país.
Frente a esto, desde la ONG Human Rights Watch afirman que “los acontecimientos en las regulaciones rusas sobre internet que endurecen el control gubernamental sobre la infraestructura de Internet, introducen nuevas formas de monitoreo de la actividad en línea, filtran y redirigen el tráfico de Internet y aumentan la capacidad del Gobierno de bloquear contenido online, son inconsistentes con los estándares de libertad de expresión y privacidad protegidos por el Pacto Internacional en Derechos Civiles y Políticos, y por la Convención Europea en Derechos Humanos, de las cuales Rusia forma parte”.
En vistas de estos datos, no resulta llamativo que, según el último Índice de Libertad Digital difundido por Proton VPN, que mide qué países del mundo tienen menores restricciones en este terreno -para ello considera 7 categorías como obstáculos, violaciones a los derechos de usuarios, legalidad de redes sociales y libertad de los medios-, Rusia esté tercero entre las 20 naciones con menor puntaje.
Pero aún hay más. Frente a la negativa de ciertas plataformas o empresas a acatar las reglas del juego rusas, el Gobierno se negó a aceptar un “no” como respuesta y optó por bloquear su funcionamiento en el territorio. Esto llevó a que, hoy, prácticamente todos los grandes sitios tengan inconvenientes operacionales -e incluso imposibilidades- para desarrollarse allí. Esta cuestión se vio intensificada tras la invasión a Ucrania, frente a la cual muchos grandes, como Meta, se mostraron en total desacuerdo con la ofensiva lanzada. Y no tardaron en hacerlo saber.
Instagram, Facebook, Twitter, LinkedIn y Google News son algunos de los nombres que figuran en la lista negra del Kremlin y que no solo afectan la vida de las personas sino también el plano laboral, tal como se vio semanas atrás cuando se viralizaron videos de influencers llorando tras esta medida, que afecta su principal fuente de ingreso. A estas plataformas se suman una serie de medios de comunicación que están acusados de difundir noticias “falsas”, como la BBC, Voice of America, Radio Free Europe y Radio Liberty.
La solución que muchos ciudadanos rusos han encontrado a este problema es con la utilización de una red VPN (Virtual Private Network, sus siglas en inglés) que permite enmascarar la navegación, eludiendo los controles y restricciones que se impongan desde el Estado. Desde finales de febrero, cuando estalló la invasión, el uso de estas redes se disparó un 11.253%, lo que llevó a alcanzar un récord el pasado 14 de marzo, según un reporte de Atlas VPN.
Por su parte, la solución planteada por parte de los rusos es el uso de nuevas plataformas propias, tal como la recientemente anunciada Rossgram, el clon de Instagram. Esta plataforma sería el reemplazo directo de la app de fotos -hasta presenta una interfaz muy parecida- y la nueva gran apuesta de red social en el país. Ahora, además, se rumorea la creación de una tienda propia de Google Play.
Si bien todas estas medidas parecerían facilitar la idea de “tirar del enchufe” y que Rusia pueda valerse por sí sola sin necesidad de estar conectada a Internet, Andrei Soldatov, autor del libro “The Red Web”, afirmó en una entrevista con Human Rights Watch que el costo de esto “sería muy alto y no tendría sentido” y agregó que el gobierno ruso asume equivocadamente que “los contenidos más peligrosos y subversivos vienen del exterior cuando, en realidad, está claro que emerge desde adentro. Entonces, no se trata de información que se transmita en Rusia sino que surja de allí, como los videos de Alexei Navalny, los blogueros que son testigos de hechos indignantes y postean sobre ello, y que -en oportunidades- fomentan las protestas en las calles”.
Asimismo, resulta interesante analizar hasta qué punto Rusia podría aislar a sus ciudadanos de la información del exterior, tal como lo hace China, pero considerando que su estructura económica -si bien importante- no llega a la de su par. Y eso podría causarle problemas y revueltas en una sociedad que cada vez demuestra más sus ganas de salir a la calle y alzar la voz en contra de medidas restrictivas.
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