“Recoleta es de Perón”: el día en que el fervor por Cristina Kirchner desbordó a la policía porteña
“Si la tocan a Cristina, me van a tener que tocar a mí también. Todas las veces que haga falta vamos a estar. Esto nos pasa a los compañeros. Salimos a la calle, y vamos”, dijo Silvina, una de las tantas manifestantes que pasaron su tarde por Recoleta. Aún no había pasado lo peor y el descontrol, pero ella estaba ahí, con su amiga Andrea. Las dos mujeres, pacíficas, entretenidas, alegres, hablan de la “injusticia” de la situación procesal de la Vicepresidenta y deslizan una promesa de desafío a la autoridad del Estado porteño que marcaría el ritmo del sábado.
Como ellas, los miles de peronistas y simpatizantes al kirchnerismo se movilizaron hacia al barrio más díscolo del voto del Frente de Todos. Las coordenadas iniciales de la convocatoria, que sería en Parque Lezama en el extremo sur de la ciudad, cambiaron luego de que el gobierno porteño valló y cercó el perímetro de las calles aledañas de la casa de la Vicepresidenta. Iba a ser apenas un día de apoyo simbólico en las plazas, para repudiar la acusación judicial a Cristina Kirchner en la causa “Vialidad” por asociación ilícita.
A tono con la irreverente idiosincracia peronista, la dirigencia del oficialismo interpretó el operativo de seguridad como una provocación y decidió responder haciendo lo que mejor sabe: citando a las bases para desobecer y movilizar ante el hecho de que la máxima líder del movimiento estaba “sitiada”. A las 14.30, las primeras organizaciones acercaron sus banderas y ocuparon lugares. “Peronismo por la Ciudad”, “Nuevo Espacio de Participación (NEP)”, “Somos Barrios de Pie”, “La Rucci”, “Movemos”, “Espacio Puebla” y “Peronismo militante”, entre agrupaciones, se ubicaron estratégicamente en distintos puntos a lo largo de Paraná y Juncal.
Sobre las barreras de contención de la Policía de la Ciudad, la muchedumbre se agolpaba y los pasos no encontraban su lugar. Se hizo un cuello de botella rápidamente, donde nadie más cabía. La militancia puso tres cordones de seguridad para que la gente no se acerque hacia los uniformados y el vallado. En ese lugar, Juan Grabois del Frente Patria Grande dio la primera nota de la tarde. En Juncal y Uruguay, Grabois y los diputados Natalia Zaracho y Federico Fagioli se plantaron ante un camión hidrante y lo hicieron retroceder.
El resto de la gente, los vendedores ambulantes y los puestos parrilleros se concentraron alrededor de las calles de la Plaza Vicente López y Planes, que estaba cerrada al público. El comentario común y habitual era el repentino cambio de clima soleado del sábado, que dejó atrás la nubosidad y las lluvias durante la medianoche. Sobre Uruguay al 1400, se ubicaba uno de los resquicios por donde los vecinos del barrio podían cruzar el operativo policial para ingresar a sus hogares.
La jornada levantó la temperatura al promediar la tarde. Cientos de jóvenes, familias y adultos mayores que se acercaron a la plaza de Recoleta se plegaron a los cantos que encabezaba la militancia. “¡Saca la valla la puta que te parió!”, “¡Borom bom bom, borom bom bom, la Recoleta, es de Perón!”, “Adónde están, que no se ven, las cacerolas de Callao y Santa Fe“, se coreó entre ‘pogos’ militantes. En las nutridas columnas del vallado, donde se concentraba la mayor densidad de manifestante por metro cuadrado, al menos dos personas se desmayaron por el hacinamiento y la falta de aire.
Andrea, la manifestante que acompañaba a Silvina, descansaba recostada sobre una de las paredes de la calle Paraná. Se mostró tranquila por el multitudinario apoyo: “Es lo que corresponde. Yo estaba muy angustiada, pensaba que el pueblo no iba a despertar, pero el peronismo es así. El pueblo no se va a bancar la injustica, y menos las injusticias contra ella, que nos dio todo. Los peronistas sentimos que nos dio 12 años de gloria. Cristina es nuestra familia”.
A las 16.30, el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro ingresó por las calles Arenales y Paraná, acompañado por el intendente de Ensenada, Mario Secco y su gente. Fue uno de los funcionarios más saludados y al que más le pidieron más fotos. El dirigente de La Cámpora se dirigió al punto de encuentro donde permanecían otros funcionarios cercanos al vallado como el senador Mariano Recalde, la portavoz presidencial Gabriela Cerruti, la titular del INADI, Victoria Donda, el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, y el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andres “Cuervo” Larroque. También estuvieron el gobernador Axel Kicillof, los ministros Elizabeth Gómez Alcorta (Mujeres) y Daniel Filmus (Ciencia y Tecnología) y la titular de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, entre otros dirigentes, diputados y referentes del sindicialismo.
Cuando comenzaba a caer la tarde arrancaron los primeros forcejeos con las barreras de contención de la Policía de la Ciudad. Los cordones de seguridad de la militancia también flaquearon y se vieron superados por los empujones. El vallado sobre Juncal cedió y arrancó la represión de los uniformados, que intentó dispersar sin éxito a los manifestantes con chorros de agua desde los camiones hidrantes. Se les venían encima.
Recoleta se convirtió en un frente de batalla. Volaron golpes de puño, empujones, estallaron vidrios y bombas de estruendo que dañaron los móviles policiales. Este cronista pudo ver al menos dos manifestantes heridos, entre ellos el periodista Ezequiel Guazzora, y una mujer descompensada que tuvo que ser llevada a riendas del lugar de conflicto. El Gobierno porteño informó 12 efectivos heridos.
La Policía de la Ciudad había sido totalmente superada por las primeras líneas. Desde el lado de los manifestantes, cayeron detenidos referentes de la dirigencia política: el diputado Matías Molle y otros dos dirigentes de La Cámpora, Facundo Tignanelli y Fabián “El Conu” Rodríguez, funcionario de prensa de la AFIP.
Lo que siguió fueron las negociaciones y evitar que la tensión escale en un mayor descontrol. Los uniformados quedaron rodeados por la multitud desde los dos frentes de la calle Juncal. “Qué boludos… a las vallas se la meten en el culo”, cantó el gentío mojado, algunos afectados por el gas pimienta. Andres “Cuervo” Larroque y Horacio Pietragalla tomaron un rol de negociadores con la Policía y ordenadores de las columnas de manifestantes. Durante casi media hora, intentaron establecer un cordón de seguridad y una vía de circulación para que los efectivos y los camiones hidrantes pudieran irse y recuperar sus posiciones sin agresiones.
En el intento fallido de la dispersión, la multitud pudo atravesar el operativo de seguridad y llegar frente a la casa de Cristina Kirchner. Dos cordones policiales se mantuvieron sobre Juncal en dirección a Talcahuano, y otro en Uruguay en sentido a Arenales. Alguna escaramuza más se produjo con la policía en Juncal, que volvió arrojar gas pimienta tras verse rodeada por dos columnas de manifestantes. Muchos retrocedieron y se alejaron para recuperarse del químico irritante.
Pasadas las 19 la tensión aflojó y el folclore militante reanudó. El gentío apenas intentaba controlar a otros simpatizantes minoritarios que seguían enardecidos. Irreverente, uno de ellos se subió a un patrullero y se bajó los pantalones. A esa altura de la larga jornada, un joven acaparó la atención por donde caminaba. Ostentaba un botín particular: un escudo de la Policía de la Ciudad que había sido grafiteado con las consignas “CFK 2023. Cañuelas”. Quienes se lo cruzaban se tomaban una foto con él, como un símbolo de la batalla.
“Hubo lío porque son ellos los que se imponen, la gente vino en forma pacífica. El provocador acá es el jefe de la Ciudad. La gente lo que quiere es apoyar a Cristina. Si vienen contra ella, va a salir el país. Somos muchos autoconvocados. Los estudiantes, el que labura todos los días y el le cuesta llegar a fin de mes”, dijo Victoria, una “librera del conurbano”.
La noche está avanzada sobre Recoleta y son las 20. Juan José, de 42 años, reivindica su participación porque está acompañando a la compañera Cristina para “defender a la democracia” y el “brutal ataque del Poder Judicial” que se materalizó en la acusación a 12 años de prisión. “Es fundamental que el pueblo salga a la calle a manifestarse”, asegura. “Soy de Laferrere, soy operario, peronista, militante de JP Descamisados y sindicalista de la UOM Matanza. Esto fue un ataque de los soldados de Larreta. Hay una persecución no solo del Poder Judicial sino de todo el macrismo contra la fuerza popular”.
Fabricio, de 31 años, es otro autoconvocado que coincidió que “si al pueblo lo presionan, va a saltar aunque les pongan vallas”. “Acá se vino a acompañar a Cristina, fuimos pacíficos. La gente quiere hacer política. Me voy a quedar hasta la hora que haya que quedarse”, prometió. “Nos cambiaron las reglas y nos vamos a quedar”, desafió.
A esa hora hubo una reunión entre los encargados de seguridad y justicia de Nación y Ciudad, con acuerdo de pautas a respetar en Recoleta. La Policía de la Ciudad comenzó a retirarse del lugar después de las 21. El momento de la confrontación callejera finalizó y retomó la centralidad la política institucional.
El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta dio un anuncio a la prensa en la que responsabilizó al oficialismo de las escenas de violencia y cuestionó el “acampe permanente” en el barrio. Le siguió la vicepresidenta Cristina Kirchner, que devolvió el reproche desde un escenario improvisado montado frente a su domicilio. La jefa política del kirchnerismo agradeció a los suyos, dijo que “el único lugar en el que hoy hubo escenas de violencia fue aquí, en la ciudad de Buenos Aires y en la puerta de mi casa”, en contraste de lo ocurrido con otras manifestaciones de apoyo del sábado en otros lugares del país. Y pidió a sus seguidores que “vayan a descansar un poco que ha sido un largo día”.
La multitud la escuchó, arengó y se fue. En el epílogo de la jornada, cantaron “Cristina Presidenta”.
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