Elmer Alfaro, el exitoso actor cómico que se convirtió en notario público en los Estados Unidos
Cualquier persona con más de 40 años de edad recuerda el famoso programa cómico ‘Risas y salsa’. El mismo que durante los años ochenta y buena parte de los noventa se emitía todos los sábados.
Durante mucho tiempo, sobre todo en la dura segunda mitad de la década de 1980 —cuando el gobierno de Alan García puso contra la pared a la economía nacional y el terrorismo hacía pasar a los peruanos las fiestas a oscuras—, el programa, que se emitía por Panamericana Televisión, se convirtió en una válvula de escape para todos los connacionales que veían al Perú en crisis y no había nadie quién pueda salvar de la debacle.
Justamente en el recordado programa, que debutó el 12 de marzo de 1980 y duró hasta el 29 de mayo de 1999, había una serie de sketches que se ganaron rápidamente el cariño del público televidente como El microbusero, La Santa Paciencia o La banda de Choclito.
Pero hubo uno especial que representaba al peruano de pie de esas épocas. Al fiel representante de la ‘viveza criolla’.
Y tal como hizo el recordado ‘Sampietri’ algunas décadas antes, para comienzo de los ochenta llegó a la televisión nacional ‘El pícaro’, encarnado a la perfección por un jovencísimo Adolfo Chuiman.
Sin embargo, a diferencia del comic, ‘Manolo’, el nombre de su personaje, no estaba solo. Ocurre que este personaje tenía como mayor habilidad vivir a costa de los demás, buscando siempre hacer el menor de los esfuerzos. Si había que recurrir a la estafa, lo hacía con tal de no trabajar.
A su lado para ayudarlo con sus fechorías estaba ‘Machucao’, quien siempre temeroso de las consecuencias, reafirmaba la fidelidad con su amigo cada vez que ‘Manolo’ le preguntaba con quién estaba: “Con papá”, respondía.
El buen ‘Machucao’
Ese personaje, que también se ganó el cariño del público fue interpretado por Elmer Alfaro. Nacido en Trujillo, este actor cómico llegó a muy temprana edad a la capital y pronto desarrolló esa vena actoral que hasta hoy lo acompaña.
Sin embargo, previendo un futuro tal vez no tan promisorio si es que tomaba ese rumbo, es que su madre se niega en todos los idiomas a que se dedique a la actuación.
Como buen hijo, decidió escuchar el consejo materno y postuló a la escuela de Marina Mercante. Contra todo pronóstico ingresó.
En una prueba de que cuando la vida te quiere para algo, te pone en el camino correcto. Ocurre que fue en la escuela justamente donde descubrió el amor por la actuación al pertenecer al grupo teatral.
Terminada la experiencia académica. Se unió al grupo ‘Histrión’, y conoció a personas que serían sus grandes amigos para toda la vida como el mismo Adolfo Chuiman, Rodolfo Carrión y la inolvidable Analí Cabrera.
De ahí pasó a ‘Risas y salsa’ y por casi dos décadas nos hizo reír con sus ocurrencias en todos los sketches en los que participó.
Todo pasó de casualidad
Cuando todo le iba relativamente bien como actor cómico en Perú, a Elmer Alfaro le salió la oportunidad de viajar a los Estados Unidos. Sería otro de los giros de tuerca que suele dar la vida.
En un principio, la idea era trabajar un par de meses, juntar unos dólares y volver a Lima. Pero una circunstancia no le permitió salir del país norteamericano, así que llamó a su esposa para que le dé el alcance junto a sus hijas. Y comenzó la aventura del ‘sueño americano’.
“Había que sobrevivir y tuve que hacer muchas cosas como todos los migrantes. Fui preparado para lavar platos y baños, pero también llevé un plus: yo hacía dulces norteños, chancaquitas de manjar blanco, que vendía a los peruanos, pero luego cambié de giro”, le dijo a El Peruano.
El primer cambio se dio cuando decidió alquilar una pared para tomar fotos a todas aquellas personas que necesitaban hacer algún trámite en el consulado peruano, ubicado en New Jersey.
De a pocos se fue ganando la confianza de la gente que trabajaba en ese edificio y le propusieron convertirse en notario. Vale aclarar que en los Estados Unidos ese es un cargo de confianza.
Por lo que luego de seguir y aprobar unos cursos, se convirtió formalmente en notario y se dedica, hasta hoy, al servicio de la apostilla.
Este servicio permite a los que tienen familiares que viven en el exterior hacer documentos notariales desde allá, suprimiendo el paso de ir a los consulados. Está en la Ley Nº 29445, vigente desde 2009.
A la política
A pesar que le va bien en la tierra del ‘tío Sam’, el buen Elmer Alfaro no olvida sus raíces y no descarta participar alguna vez en la política peruana. Su intención es defender los derechos de todos los migrantes que, como él hace algunos años, decidieron dejar el país en busca de un futuro mejor para sus familias.
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