Llegó desde Chile con miedo de encontrarse con “gente creída y orgullosa” y terminó viviendo un viaje inolvidable
Cristopher Diaz es chileno, vive en Santiago y es mecánico de motos. Amante de las travesías y los viajes ruteros a bordo de su Royal Enfield 650, este verano cumplió su sueño de cruzar la cordillera y visitar la Argentina. Era la primera vez que salía del territorio chileno y tuvo sentimientos encontrados: sabía que quedaría rendido ante la majestuosidad de sus paisajes pero también que tendría que toparse con “gente orgullosa y creída”, como había oído en reiteradas ocasiones.
En sus redes sociales Christopher usa el pseudónimo de Huaso Fish, y desde allí retrató gran parte de su travesía; en la que estuvo acompañado por su novia, Constanza Gonzáles, y una pareja de amigos.
“Chicos, soy de Chile y vine a Argentina con un grupo de amigos pensando en conocer todo este hermoso país pero con el miedo de toparme con una gente orgullosa y creídos como escuchamos en muchas partes”, escribió Huaso en su primer posteo, que fue compartido por el diario Río Negro. Todo lo que vendría después lo sorprendió y así lo revivió en una entrevista con Infobae.
El primer destino del itinerario fue la ciudad de Mendoza, donde cayeron rendidos -literalmente- en el Parque San Martín. “Llegamos sin plan. Estábamos súper cansados y nos tiramos en el paso a descansar. Se nos acercaron los dos chicos que nos estaban cuidando las motos y fueron ellos quienes nos aconsejaron dónde parar ya que nosotros solo nos guiábamos por las reseñas del Google Map”, recordó Huaso. “Fueron de una ayuda increíble ya que nuestro objetivo era pasar la noche en un camping y ellos nos explicaron que quedaban muy lejos del centro”, agregó.
Con sus carpas y bolsas de dormir a cuestas, continuaron su marcha por la ruta 7 y pasaron por San San Luis, donde se detuvieron en Embalse de La Florida, el dique más grande de la provincia.
“El cambio de dinero nos resultó súper favorable a pesar de que nos íbamos moviendo de lugar y encontrábamos algunas diferencias de precios. Estábamos muy conscientes de lo que pasaba en Argentina porque en los bares la gente hablaba mucho de política y se quejaba de la inflación”, contó Huaso, que pudo sacar algunos rédito de esa situación. “En Chile, cargar el tanque de la moto cuesta entre 12 y 13 dólares mientras que en Argentina lo llenábamos con 3 o 4 dólares dólares”, ejemplificó.
Al llegar al centro porteño no podían creer que no existieran los campings, por lo que tuvieron que hospedarse en un hostel de Palermo. Se sacaron fotos en Obelisco y en la Casa Rosada, recorrieron el Jardín Japonés y probaron exquisitos platos criollos en Puerto Madero.
“Lo primero que hicimos fue visitar la avenida Corrientes, recorrer sus calles y sumergirnos en su cultura. La gastronomía también nos llamó la atención. Nunca habíamos comido pizzas con tanta muzzarella y platos tan grandes. Todo era para compartir y las guarniciones desbordaban los platos”, se sorprendió Huaso. “Me enamoré de las milanesas y del dulce de leche”, admitió.
También se hicieron un tiempo para escuchar y bailar tango en la calle Caminito (La Boca) y experimentar la pasión futbolera argentina con una visita a La Bombonera. “En una estación de servicio conocimos a dos chicos que andaban en moto y nos dijeron que no podíamos irnos de La Boca sin conocer La Bombonera, que es la casa de Diego Maradona. Nos encontramos con ese tremendo edificio azul y amarillo, con ese escudo gigante y todas las calles pintadas con la imagen del 10. Fue emocionante”, dijo el chileno.
A Huaso le llamó mucho la atención el tamaño de la Capital Federal y los extensos trayectos que tenían que hacer para ir de un lugar a otro: ”Santiago es cinco veces más pequeño que Buenos Aires. Por eso, siempre salíamos con tiempo”.
Tampoco faltaron las advertencias sobre los piquetes y la inseguridad. “Los mismos porteño nos dijeron que tengamos cuidado con las manifestaciones que hacen en los alrededores del Obelisco y que para que no nos pase nada ni a nosotros ni a las motos nos recomendaron visitar el centro al atardecer o de noche. Por eso, todas nuestras fotos en el Obelisco son de noche”, aclaró.
Una de las costumbres que más le llamó la atención es que había gente haciendo picnics al costado de las rutas o tomando mate debajo de los árboles. Eso fue lo que experimentaron camino a Mar del Plata y les resultó muy especial porque en Chile no es habitual. “Lo experimentamos y la sensación fue genial. La gente fue muy amorosa y hasta nos convidaron con su mate. Nos gustó tanto, que en lugar de pedir té o café en los hostels pedíamos mate cocido”, detalló.
Camino a Bahía Blanca, quedaron inmersos en medio de una tormenta eléctrica que los dejó impactados; sobre todo por el hecho de manejar entre rayos y lluvias cálidas sin sentir tanto frío. También tuvieron que sortear la furia del viento cuando llegaron a Tres Arroyos.
“Nunca experimentamos la inseguridad. Creo que fue porque la propia gente con la que nos topábamos en el camino nos iba advirtiendo sobre los lugares que no debíamos visitar para evitar que nos robaran o nos pasara algo malo. Sentimos que nos iban cuidando a pesar esa tonta rivalidad entre argentinos y chilenos que viene instalada desde hace muchos año”, remarcó Huaso.
La primera parada que hicieron en territorio patagónico fue en Neuquén, donde quedaron maravillados con los fósiles de los dinosaurios y la Ruta de los Siete Lagos, camino a San Martín de los Andes. Allí, pasearon de día por el centro de la ciudad y saborearon de noche la cerveza artesanal del lugar. Conocieron la Villa El Chocón e hicieron la ruta de ripio que conduce a Los Gigantes, donde contemplaron “el mejor atardecer”.
Finalmente, llegaron a Río Negro; más prescisamente a San Carlos de Bariloche, el destino más esperado del viaje por sus imponentes paisajes, circuitos y excursiones. Quedaron fascinados con la cantidad de chocaleterías que hay sobre la calle Mitre y con la pastelería local, sobre todo por las exquisiteces que ofrece la confitería del Cerro Campanario.
“Quedé sorprendido del recibimiento, su gente cálida y muy amable. Estoy en otra Argentina, no la que te cuentan sino la que estoy viviendo”, se retractó Huaso luego de las experiencias acumuladas durante su viaje por seis provincias.
“Antes de hablar y juzgar a los argentinos hay que conocerlos. Nosotros, a pesar de todo lo que nos dijeron, tratamos de hacer nuestra propia experiencia. Nunca en mi vida voy olvidar la Argentina que viví. Es mil veces diferente a la que me contaron: cálida, amorosa y con buena gente preocupada por los demás. Hay que dejar de repetir tonteras o boludeces- como dicen ustedes- sobre Argentina”, concluyó Huaso sobre la maravillosa experiencia que se lleva de nuestro país.
Seguir leyendo:
Turismo extranjero: la Argentina ya recuperó el 92% del movimiento previo a la pandemia