Andie MacDowell, la actriz que hace un culto de su vejez, decidió dejarse las canas y vive con dos fantasmas
Andie MacDowell lleva sus canas y arrugas con orgullo, en tiempos donde verse joven parece ser lo más importante, actúa con rebeldía y confiesa estar cómoda con su edad, “Jamás me había sentido tan hermosa”. Aunque desapareció por varios años de las pantallas, hoy a sus 65 años sacude a Hollywood, pero a su estilo: interpretando papeles acordes a una mujer de su edad, sin tener que esconder en absoluto su apariencia. “Valgo más ahora que antes. Mi valor está en mi sabiduría”.
La modelo insegura
Recordada por su inolvidable interpretación de Carrie en Cuatro bodas y un funeral (1994), la realidad es que la primera actuación de Andie MacDowell fue como la deseada Jane de Tarzán, en una película para el olvido. Aunque su carrera comenzó en los años 70, como modelo, tras ser descubierta por Wilhelmina Models -agencia que hoy representa a Nick Jonas, Demi Lovato y Nicki Minaj, entre otros- mientras caminaba por Los Ángeles. Y mucho antes de aquello, de adolescente, trabajó en McDonald’s y Pizza Hut para ganar algunos ahorros; tuvo una infancia difícil.
MacDowell prosperó rápido como modelo. Sin embargo, no disfrutó de todos los aspectos de aquel recorrido. De hecho, estuvo a punto de renunciar debido a lo alienada que se sentía por la industria y la prevalencia del consumo de drogas que giraban en su entorno, como dijo a The Guardian, “Había mucha cocaína por ahí. Tuve una pequeña experiencia al principio y la odié. […] Realmente no me gustaba cómo se sentía”. En consecuencia, le dijo a su agencia que quería renunciar, quienes no tardaron en advertirle que estaba “juntándose con la gente equivocada” y la llevaron a París. En Francia conoció a un joven que no tomaba ni consumía drogas; “Este caballero pulcro resultó ser el heredero de la bodega Moët & Chandon”, por lo que toda su vida se abrió después de este particular encuentro; “Empecé a trabajar sin parar”, declaró al medio inglés.
Primeros papeles vergonzosos
Rosalie Anderson MacDowell, nació el 21 de abril de 1958 en Gaffney, Carolina del Sur, Estados Unidos. La menor de tres hermanas, era más que una cara bonita y, a principios de los ‘80, el mundo empezó a notarlo.
La joven estrella irrumpió las normas de las modelos perfectas, al llegar a los desfiles de moda en remera y jeans. Enseguida, cautivó al público con su personalidad, “Creo que fue mi sentido del humor y mi naturalidad lo que le gustó a la gente”, reflexionó para The Guardian. Un comercial de Calvin Klein en 1983, ahora icónico, presentaba a la joven modelo contando una historia con ese particular carisma y su encantador acento sureño, que enamoró a las pantallas. Pero ella quería más, “Hice teatro en la universidad y supe desde que era niña que quería actuar”, dijo para Bustle. Obtuvo su deseo, consiguiendo su primer papel en la película Greystoke: la leyenda de Tarzán (1984), a los 23 años. Sin embargo, el recuerdo del film sigue siendo uno de los más vergonzosos para Andie, cuya voz fue doblada por Glenn Close. No había recibido quejas sobre su actuación hasta que se enteró del cambio y fue devastador; MacDowell confesó a The Chicago Tribune, “Cuando escuché la noticia, estaba sola en una habitación de hotel. En el momento de Greystoke, ni siquiera estaba en pareja, así que no tenía con quién compartirlo. No me engañé ni un minuto sobre lo que los medios iban a hacer con eso o lo que iban a pensar los empresarios de la industria. Me dije, ‘O salto por la ventana de la humillación y la vergüenza o peleo’. La elección estaba ahí: morir o luchar”. Sin embargo, las críticas hicieron que MacDowell estuviera más decidida a demostrar su valor. “Todo estaba perfectamente dado para que la gente pensara que yo no tenía ninguna capacidad, en absoluto. Entonces, decidí ir a clases, para evolucionar”, declaró a The Chicago Tribune.
Conquistando Hollywood
A los 27 años, Andie MacDowell consiguió un papel en el entrañable drama El primer año del resto de nuestras vidas (1985) de Joel Schumacher. Se puso en la piel de una doctora obsesivamente perseguida por el fanático estudiante de derecho, interpretado por Emilio Estévez. No le dio mucho lugar para mostrar sus florecientes talentos, pero fue un paso crucial en su carrera. “Me tomó hasta los 30 años […] conseguir un papel en el que pudiera demostrarles a todos de lo que era capaz”, confesó a The Chicago Tribune. El papel en cuestión fue su actuación revelación en el éxito independiente de Steven Soderbergh, Sexo, mentiras y video (1989). La actriz contó a Interview que la película fue una rara combinación de éxito, “una gran obra de arte” que también generó dinero. MacDowell ganó un premio Independent Spirit y un premio de la Asociación de Críticos de Cine de Los Ángeles por su actuación, así como una nominación al Globo de Oro. El proyecto cambió las cosas para ella, “Pasé de ser descartada a ser querida, y fue mágico”, dijo a Interview. “Hasta Sexo, mentiras y video, yo era intocable”, dice la actriz, en el mal sentido del término. “Mi manager estaba peleando por mí con productores que ni siquiera me veían. Ciertamente no ha sido fácil, pero estoy orgullosa de mis logros”.
Y sí, aquel fue un período mágico en general para MacDowell, quien se casó con el ex modelo Paul Qualley en 1986. Dio a luz a su primer hijo Justin (37), a pesar de que no “planeaba tener hijos”, como manifestó a Bustle. Y hablando sobre su conocido estilo de rechazar looks “glamorosos” a favor de “vestidos sueltos” y otras prendas casuales, MacDowell opinó, “Creo que una parte de mí sólo quería sentirse cómoda”. Ese sentimiento se convertiría en su firma.
Malabares entre la maternidad y una carrera en auge
Los años ‘90 anunciaron un nuevo comienzo, ya que Andie MacDowell siguió su exitoso debut independiente con la comedia romántica Matrimonio por conveniencia (1990), junto al francés Gérard Depardieu. Luego rodó seis películas en un período de dos años, incluida la de acción con Bruce Willis, El halcón está suelto, y el drama independiente Objeto de seducción, junto a John Malkovich, ambos en 1991.
De alguna manera, la estrella también encontró el momento para tener dos hijas más con su esposo: Rainey (33) y Margaret (28). La disparidad entre las comodidades domésticas de su vida personal y las exigencias de su carrera se volvieron un punto difícil de manejar. En una entrevista con The Daily Beast, MacDowell confesó su incomodidad por tener que quedarse hasta altas horas de la noche, afirmando que “el modo fiesta” no estaba en su naturaleza. Además, el acoso de los paparazzi le resultaba aterrador, “No estoy acostumbrada a que la gente grite mi nombre”, le dijo a Entertainment Weekly. Aunque la actriz llegaba a las alfombras rojas luciendo más espectacular que nunca, comenzaba a sentir el peso de una persona que ficha de 9 a 5. Actuar puede haber sido su sueño, pero la fama le parecía un mal necesario. Ahí es cuando decide mudarse al campo, en Montana, para criar a sus hijos en un rancho, lejos de las luces de Hollywood.
La reina de las comedias románticas
Para 1992, Andie MacDowell se había acostumbrado a representar el amor en una gran cantidad de películas, por lo que no es de extrañar que dos de sus protagónicos más importantes se centren en el romanticismo. El primero, El día de la marmota (1993), que resultó ser un sorpresivo éxito y ayudó a Andie a mostrarse capaz de ofrecer ingeniosas e inteligentes bromas con ternura y matices.
Necesitaría esas habilidades para su próximo rol, esta vez, para seducir al neurótico personaje de Hugh Grant en la comedia de Richard Curtis, Cuatro bodas y un funeral (1994). En declaraciones a The Guardian, MacDowell reflexionó acerca del film, “Fue uno de los mejores guiones que me tocó realizar. El humor inteligente es algo que realmente disfruto.” Y agregó que el talento de Curtis para la comedia era algo que apreciaba profundamente, lo cual se notó porque Andie hizo un gran papel, fusionando naturalidad frente a un guión agudo e irreverente.
La actriz Marisa Tomei había sido la primera seleccionada para el protagónico de Cuatro bodas y un funeral, y lo rechazó. Cuando le preguntaron a MacDowell sobre esto dijo, “Vieron a muchas otras personas para el papel. Estaba bastante impresionada de que yo era quien lo estuviera haciendo. Marisa Tomei no sólo perdió como artista por no aprovechar la oportunidad de trabajar con personas maravillosas en esta increíble película, sino que perdió mucho dinero. Y el dinero sigue llegando. No obtuve dinero por adelantado, pero en ese momento tenía una gran hipoteca, no había planeado a mi el último bebé, y Cuatro bodas y un funeral alcanzó para que me sentara y me tomara un año sabático, pagara mi hipoteca, tuviera mucho dinero e incluso invirtiera algo también”.
Cambios y desafíos
Al término de los ‘90, MacDowell llegó a los 40, una edad que no siempre se aprecia en la carrera de una actriz. “Cuando llegué a los 40 me pregunté, ‘Entonces, ¿eso fue todo? ¿Lo hiciste? ¿Cómo se siente saber que tu carrera ha terminado?’”, confesó Andie. De hecho, al hablar sobre la “falta de personajes interesantes” disponibles para ella en la segunda mitad de su carrera, la actriz admitió a The Guardian que había “sentido calma” desde que dejó los 30, y declaró, “He estado luchando desde que tenía 40″.
Claramente, esta fue una gran época de transformación para la estrella, quien también se divorció de su esposo Paul Qualley en 1999. Hablando con People sobre la dolorosa naturaleza del divorcio, MacDowell declaró, “No es una transición fácil. Creo que cuanto antes puedas soltar cualquier enojo, mejor estarás”. Es comprensible que se haya sentido enojada en ese momento. No sólo por la disolución de su matrimonio, sino también por las limitaciones que enfrentaba en su carrera. De cualquier manera, jamás mostró un indicio de tristeza: MacDowell continuó luciendo una imagen profesional, vistiendo looks más relajados en la alfombra roja y luchando estéticamente contra la apología a la eterna juventud que promueve Hollywood. Glamorosa, pero cómoda: una mujer dispuesta a seguir las reglas del show business, pero sin tener que comprometer su propio estilo y valores para hacerlo.
En cuanto a su vida personal, el 26 de julio de 2001 anunció su compromiso con el empresario de joyas de Atlanta (y amigo de la infancia) Rhett Hartzog. Se casaron a los cuatro meses en Asheville, Carolina del Norte, pero se divorciaron 3 años después.
La era de los desafíos
Su carrera se complicó cuando entró en los 50, aunque supo ser elegida por la revista People como una de las 50 personas más bellas del mundo en 1991 y 2000. Se negó a dejarse vencer por sus convicciones y luchó constantemente, “Puede que no sea la protagonista o que no obtenga los papeles protagónicos que solía tener porque muchas películas giran en torno a la juventud, pero me niego a irme porque lo disfruto. Siempre encuentro la manera de conseguir trabajo”, dijo a Fox News. En cierto sentido, MacDowell tampoco se estaba escondiendo. A cada alfombra roja, la actriz llegó en completa posesión y celebración de su edad y sexualidad, combinando una serie de looks elegantes con su sello: su personalidad, que una vez describió a The Guardian como “algo atolondrada”. Una mujer que aprovechaba al máximo su vida -incluso con altibajos- y amaba cada segundo. Es revelador que durante este período, la actriz se impulsó hacia nuevos territorios profesionalmente hablando. Prestó su voz a una gallina en la comedia animada, La granja (2006), interpretó a una descocada estilista de salón en Salón de belleza (2005) y dio vida a lo que describió como una “narcisista adicta al sexo” en las películas de At Risk y El frente, ambas presentadas solo para la televisión.
Resurgir como el ave Fénix
Afortunadamente, su próxima gran labor la estaba esperando cuando llegó a los 60 años. Mientras hablaba con Michael Keaton para Interview, indicó que el negocio podría ser brutal y difícil de predecir, y le dijo al actor, “Sientes que todo ha terminado y que nunca volverás a trabajar. Entonces, de repente, a la gente le gusta algo que tú haces, y obtienes un gran guión y te sientes revivido, como, ‘Oh, vaya, está bien. Todavía no estoy muerta’”.
En 2016, Andie MacDowell mantuvo el equilibrio de su carrera al aparecer en películas para televisión como Tarjeta de Navidad, al mismo tiempo que se desafió a sí misma con actuaciones satisfactorias en films independientes, como Love After Love (2020), en la que representa a una viuda desconsolada y que resultó una de las mejores interpretaciones de su carrera. Hubo solo un problema. MacDowell le dijo a The Guardian, “No tanta gente lo ha visto como me hubiera gustado”. Además de ser una de sus actuaciones más sólidas, el papel también la sacó de su zona de confort para ofrecer su primera escena desnuda, a los 61 años. Algo en lo que los medios de comunicación se centraron mucho, lo que hizo que la actriz se quejara con The Daily Beast, “Fue vergonzoso cómo se escribió sobre el tema”. En última instancia, estaba orgullosa de cómo la escena ayudó a expresar “la vulnerabilidad” de su personaje y le dio “mucha confianza”.
En cuanto a la moda, parecía que el espíritu de MacDowell había cambiado de alguna manera. Cumplir 60 años le dio una sensación de seguridad y liberación. Y tener el espacio para probar nuevas experiencias en su carrera le ofreció aún más libertad para ser ella misma, sin miedos.
Llevando su carrera a casa
Para 2021, la deliciosa audacia de Andie MacDowell alcanzó nuevos retos cuando la actriz dejó que su pelo gris natural saliera a la luz. En declaraciones a Interview, sugirió que la decisión “dejarse las canas” fue tan fácil como satisfactoria, afirmando que era “agotador” mantener la ilusión de la juventud. “No soy joven. Y estoy de acuerdo con eso. Me siento mucho más cómoda. Es como si me hubiera quitado una máscara o algo así”, expresó a Interview.
Lleva soltera casi 20 años -desde 2004 cuando se divorció de su segundo marido-, pero no parece ser un asunto que le quite el sueño, “No siento que me falte nada, lo único que me molesta es cuando proyectan en mí que algo está mal por eso. Durante mucho tiempo la gente sólo me preguntaba con quién estaba saliendo. Y para mí, mi vida es algo mucho más interesante que esa parte de mi vida. Si no hubiera estado casada y tenido hijos a lo mejor no me sentiría así, pero he tenido esa experiencia y hay muchas otras que deseo vivir”, dijo a El País.
Una despojada MacDowell se presentó recientemente en The Late Late Show con James Corden, y charló con el conductor sobre el fantasma que habita en su casa. “Tengo uno en casa. No creía en esas cosas pero tengo un fantasma y el tiene un perro, ¡un perro fantasma!”, afirma entre risas pero con seguridad. Corden la cuestiona, “Suena como si pudieras creer en fantasmas”. Y la actriz sigue, “Bueno, él está allí. Lo puedo ver, es como una sombra y el perro también”, apunta ella estallando en risas, para luego describirlo, “él no es alto, él es tal vez cinco centímetros más bajo que yo y tiene la espalda ancha”.
MacDowell nunca se había visto más a gusto consigo misma en su carrera. Además de disfrutar de un cameo divertido en la comedia de situación de Ted Danson Mr. Mayor, la actriz también protagonizó junto a su hija, Margaret Qualley, la serie de Netflix, Las cosas por limpiar. Además del desafío de actuar por primera vez junto a su hija, representar a esta sobresaltada madre que padece trastorno bipolar fue un gran reto, ya que la propia mamá de MacDowell murió en 1981 a causa de un alcoholismo crónico. “Una de las razones por las que mi hija quería que estuviera en la serie y sugirió que me contrataran es porque conocía mi historia y sabía que yo tenía experiencia de primera mano con alguien que había sufrido una enfermedad mental y las complejidades que la rodean, la oscuridad que viene con todo eso. Sabía que iba a entender a mi personaje”, expuso Andie en una entrevista con El País. Sumado al dato de que tanto su personaje de ficción como su madre en la vida real comparten nombre: Paula. Como le dijo el actor a Michael Keaton, su papel exigió que su actuación fuera “más exigente” de lo que normalmente está acostumbrada de una manera que resultó ser “aterradora”. Pero claramente, ese elemento de lo desconocido también es algo que impulsa a MacDowell en su carrera y sus actuaciones posteriores. Su trayectoria no es la estándar, y es emocionante verla, porque tal como dijo a The Guardian, “Todos tienen su propio viaje. Tal vez algo fabuloso me suceda a los 70″.
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