Cómo funciona el sistema electoral español y por qué si el PP ganó no puede gobernar
El Partido Popular ganó las elecciones pero no puede gobernar y eso en muchas partes del mundo es bastante difícil de comprender… ¿Si ganó Alberto Núñez Feijóo por qué no gobierna? ¿Si el Partido Popular obtuvo 14 bancas más en el Congreso que su inmediato competidor por qué no tiene el poder? ¿Por qué si Pedro Sánchez perdió en votos terminó festejando en la sede del PSOE en el centro de Madrid? ¿Por qué podrían repetirse las elecciones? La respuesta a todo esto es el sistema electoral español, un modelo legislativo muy distinto a los presidencialismos que suelen gobernar el mundo.
España es una monarquía parlamentaria que, en teoría, celebra elecciones generales cada cuatro años para renovar el poder legislativo, y la formación de Gobierno está sujeta a los posibles acuerdos a los que lleguen los partidos. Para gobernar hay que lograr una mayoría absoluta de 176 escaños de los 350 que se ponen en juego en cada comicio general.
Lograr el número mágico no es sencillo y casi siempre, más este último domingo, requiere de un entramado de pactos para alcanzar alianzas que lleven a la conformación de un Gobierno. Los líderes de cada partido se enfrascan en negociaciones que implican la oferta de ministerios e incluso vicepresidencias para materializar alianzas, y cada partido usa su número de escaños como poder de negociación -a veces extorsión- para tener poder dentro del nuevo Ejecutivo.
El último domingo el PP de Feijóo fue la fuerza política más votada con un total de 136 bancas, el PSOE quedó segundo con 122 escaños; seguido de la ultra derecha Vox con 33 y la izquierda Sumar con 31. Ninguno consiguió los 176 escaños solo, y el PP no logró alcanzar las bancas necesarias ni siquiera uniéndose con su aliado natural VOX: juntos llegan a 169.
Los 122 diputados de Sanchez, más los 31 de la izquierda suman 153 y también quedan lejos de formar gobierno… La ventana se abre para el PSOE porque Sánchez tiene más partidos con los que negociar que Feijóo.
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El socialista depende ahora de los nacionalistas, sobre todo de Junts, el partido independentista catalán de Carles Puigdemont (que sigue en Bélgica para no ser detenido en España).
Ahora, con la elección terminada comienzan las negociaciones pero la incertidumbre no puede ser eterna, la Constitución establece plazos claros: en un mes, en la semana que comienza el 21 de agosto, el rey Felipe VI convocará a todos los representantes de los partidos que entraron al Congreso para decidir a quién le encargará la tarea de buscar apoyos para formar gobierno y se abre un período de pocos días para formalizar los grupos parlamentarios (alianzas).
Cuando eso se concrete, quien intente formar gobierno tiene que lograr la confianza del Congreso. En una primera votación necesita mayoría absoluta, en una segunda vuelta 48 horas después, se elige al candidato que logra mayoría simple.
El problema que puede surgir, tanto para Feijóo como para Sánchez, es que ninguna logre conseguir más votos a favor que en contra entonces se otorgará una prórroga de dos meses desde la primera votación para intentar lograr una nueva investidura. Si esta también fracasa, se disolverían las Cortes – Congreso y Senado- y habrá que volver a celebrar elecciones generales y volver a empezar todos de nuevo. ¿Cuándo? cerca de Navidad.
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