Crónica y Perón, “un solo corazón”: a 50 años de la muerte de Juan Domingo Perón y a cinco del adiós de Héctor Ricardo García
El lunes 1 de julio de 1974, hace 50 años, mi papá Hugo, por ese entonces “portero” de la Escuela Número 4 de Herrera Vegas, partido de Hipólito Yrigoyen (a casi 400 km de Capital Federal, con sus intactas calles de tierra), le avisó a la directora Betty que había muerto Juan Domingo Perón. Se había enterado por El Rotativo del aire de Radio Rivadavia, que en esa época era como un parlante en todo el país.
Me puse a llorar. Tenía 10 años. Estaba nublado. Cursaba quinto grado. Mabel Montovio y Ana María Alonso eran mis maestras. Betty anunció que todos los alumnos debíamos irnos a nuestras casas. Así lo hice con mis hermanos Zulma y Silvio. Mamá Teresa, esperaba con el mate cocido.
La muerte de Perón fue un impacto. Yo lo imitaba. Me subía a uno de los tanques de 100 litros de combustible e improvisaba alguno de sus discursos. Le hablaba “al pueblo”, que eran mis dos hermanos. Y junto al “dogo”, el perro que aún extrañamos.
Perón nos entraba por los ojos y los oídos: el relato de mis padres y la familia al recordar cuando conocieron el mar por primera vez gracias a Perón y Evita, o la primera pelota… Lo que “decía la radio” y lo que publicaban GENTE y ASÍ (en sus tres colores: verde, negro y sepia). Fui canillita y vendía los diarios y revistas que llegaban desde Buenos Aires. Además, las fotos, cuadros y retratos. ¡Cuántos recordarán que esa liturgia era algo habitual en muchos hogares de la Argentina!
Hoy, a 50 años de su muerte, el destino quiso que esté escribiendo sobre esta fecha histórica. Y en Crónica, muy cerca del quinto aniversario de la muerte de Héctor Ricardo García, su creador. El sábado 29 de junio de 2019 en Crónica TV dimos la placa más triste de nuestra historia.
García siempre decía: “Si querés que alguien te mire, te escuche: Boca, Perón, Gardel, no falla”.
Y ese vínculo entre Perón y Crónica fue conmovedor. García siempre tuvo como objetivo entrevistar a Perón.
El lunes 20 de enero de 1964, en la tapa de Crónica se leía: “Operaron a Perón. Fue de próstata”.
El viernes 31 de enero de 1964, Crónica tenía sólo seis meses de vida. La edición 183 costaba 7 pesos y el dólar cotizaba a $132,40. Pronóstico del tiempo: 32 grados. Tapa de Crónica: “Exclusivo: Perón relata su actual estado de salud”.
Había gran preocupación por su cuadro clínico. Esa primicia fue tremenda. Y Crónica la destacó: “Por primera vez un periodista argentino entrevista profesionalmente, luego de su derrocamiento en 1955, a Juan Domingo Perón. Crónica encargó a Héctor Ricardo García (…). Cree así cumplir, una vez más, con su misión de informar objetivamente. Creemos que ésta es la única y auténtica manera de informar al público que nos distingue día a día”.
“Exclusivo: Crónica en la Clínica Covesa de Madrid. Aquí reposa Perón”, fue el título de las fotos que muestran el “acceso a la suite del ex mandatario”.
Y la nota fue titulada: Perón relata su operación y sus permanentes dolores. Y así comenzó el texto publicado:
MADRID (De nuestro enviado especial). Las puertas de la ‘suite’ compuesta por las habitaciones 301 y 302, ubicadas en el tercer piso de la clínica Covesa de esta ciudad, en General Mola 88, se abrieron ayer por primera vez para un periodista. En ella se aloja desde el 19 del corriente el ex presidente argentino Juan Domingo Perón, operado de la próstata, prácticamente de urgencia. Hasta ella habían llegado solamente su tercera esposa, Isabel Martínez; su secretario, Manuel Algarbe; el comerciante Jorge Antonio y los seis médicos que lo atienden, con el profesor Antonio Puigvert Gorro a la cabeza.
El ex mandatario recibió a este enviado a las 13.30 horas local. Cuando el cronista fue invitado a pasar a la habitación 301, donde se hallaba Perón con su esposa, éste vestía saco negro de seda y pantalones blancos de un pijama, medias y zapatillas de entrecasa. En la habitación solo había un gran sillón, en el que estaba sentada la pareja, otro sillón y una mesita. Perón presentaba en su rostro una pronunciada mancha rojiza sobre el pómulo derecho y su rostro tenía huellas de cansancio. Su cabello estaba peinado “en seco”, sin gomina y su hablar era pausado en extremo. Su esposa, que había llegado momentos antes de la calle, vestía traje negro enterizo y zapatos del mismo color.
Luego del saludo el cronista hizo la primera pregunta:
-¿Cómo resultó la operación?
-¡Imaginate, hijo!, fue la cortante respuesta.
Evidentemente, Perón no quería hablar sobre ella. Sus nerviosas manos se apoyaban constantemente en sus piernas, como quizá tratando de calmar algunos dolores. Luego de un momento de silencio para dar oportunidad a una pose fotográfica, retomamos el diálogo:
-¿Se halla bien?
-Dentro de todo, sí. ¡Pero las que he pasado, te la regalo!
-¿Mantiene dolores?
-Ayer me vino a ver un amigo mejicano para preguntarme lo mismo. Además quería saber qué era esto de la operación de la próstata.
A los pocos minutos de la entrevista, y ante el consejo de los médicos, Perón es conducido a la cama, ubicada a unos tres metros de donde se hallaba sentado. Para ponerse de pie debió ser ayudado por su esposa y uno de los médicos. Aún conservaba las sondas que le serán quitadas recién a fin de la presente semana. Antes de ser trasladado a la habitación contigua, le solicitamos un alto para otra pose. Accede y mantiene un animoso diálogo con su médico personal y su esposa.
-¿Cómo querés que me ponga?, pregunta.
Y luego que creamos la pose, su esposa le dice en voz alta:
-¡Vas a ver cuando volvamos a bailar los tangos como en la película!
Perón sonríe, pregunta si queremos algo más. Cumplido el pedido, continúa su lenta y dificultosa marcha hacia la cama.
El cronista, que no desea perturbar más al enfermo (además la entrevista ега por cinco minutos), quedó con la curiosidad de “los tangos de la película”.
La habitación donde reposa Perón es más pequeña que la utilizada como hall y donde se obtuvieron las fotografías. Además de las camas y dos mesas de luz, hay un televisor, dos estufas eléctricas, una radio, libros, diarios y revistas, además de algún instrumental de cirugía. En una percha: un traje y un abrigo.
En su libro Cien veces me quisieron matar, García también recordó más detalles desconocidos de esa entrevista exclusiva.
– General, antes que nada ¿podemos hacer algunas fotos?
– Sí, seguro.
Su esposa se empeñaba en arreglarle el cuello de la bata y él la dejaba hacer. La “Rollyflex” disparó 24 veces capturando otras tantas poses.
-General, ¿le puedo sacar una leyendo el diario?
-Sí, cómo по…
Se sentó con cierta dificultad. Cada movimiento suyo parecía costarle mucho. Tomó en sus manos Crónica que, en su tapa, informaba con gran título: Operaron a Perón. Saqué esa foto, periodísticamente valiosa para el diario, ya que confirmaba la exclusiva. (…) Cuando salí, tras los saludos al matrimonio, a las seis de la tarde (la una de Buenos Aires) llamé por teléfono a Oscar Ruiz, por entonces director de Crónica, y le conté que tenía la nota y las fotos. Ruiz me informó que mis primeros envíos informativos, que habían ocupado grandes y privilegiados espacios en las ediciones de Crónica, habían provocado malestar en varios sectores, tanto oficiales como militares, y como todos sabían de mi presencia en España, me dijo que “me cuidara”. Hasta me sugirió que me quedara en Montevideo y que él enviaría a buscar las películas o las copias. Esto me intranquilizó y esa misma noche abordé el vuelo de Aerolíneas y retorné a Buenos Aires. Por si me pasaba algo en Ezeiza, coloqué las copias de las fotografías en la valija bien visibles, y los negativos en una media. Pero no pasó nada. Ruiz me esperaba en el aeropuerto y fuimos a la redacción “a cien”, para poder ubicar en la tapa y en dos páginas todo el material. Así fue que Crónica publicó a todo ancho de página, una fotografía de Perón e Isabelita leyendo el ejemplar que hablaba en la tapa de su operación. Fue conmocionante. La edición, como la sexta, se agotó en minutos, y el tiraje no fue superior pues las rotativas decían “basta”.
1 de julio de 1974. Perón murió a las 13.15 de aquel lunes. 10 años después de aquella exclusiva, más que nunca, Crónica y Perón mantenían ese vínculo con el pueblo. Las ediciones del martes 2 de julio (con el histórico Murió en la tapa) y las siguientes fueron una revolución en ventas de ejemplares. Después vinieron las clausuras, pero Perón ya no estaba.
1 de julio de 2024. A 50 años de su muerte, el recuerdo inolvidable de lo que fue toda una época política, periodística y social: Crónica y Perón, un solo corazón. Y Héctor Ricardo García, el hilo conductor. “El diario y yo pertenecemos a una única ideología: la del Partido Periodista”.