Infobae en Ucrania: cómo es el día a día de una línea de artillería clave en la defensa de Bakhmut
(Bakhmut, enviados especiales). Los hombres de la Brigada 80 tienen una bandera propia que dice: “Nadie, excepto nosotros”. Es el lema de los paracaidistas de asalto en Ucrania y se refiere a que nadie más que ellos pueden lograr algunas tareas. La que llevan adelante estos soldados hace honor a esa definición. Están afectados al frente de Bakhmut y conforman el apoyo de artillería de la línea de defensa, uno de los elementos clave en la guerra entre Ucrania y Rusia. Y desde hace semanas viven gran parte de su tiempo bajo tierra.
Lo hacen en el cada vez más helado frío del Donbas, donde en los últimos días se registró una temperatura de diez grados bajo cero, como si la inminente llegada de la primavera fuera tan solo una mentira. Pero nadie se queja del frío en este momento. Al contrario, para ellos parece que fuera la temperatura ideal y algunos se mueven de un sitio a otro con el cuello de la camisa abierta, sin guantes, con las orejas al descubierto.
Están en algún lugar de los alrededores de Bakhmut, perdidos en el campo abierto o entre montañas, a menos de 10 kilómetros de la zona cero, la primera línea de fuego. Nos muestran el terreno y señalan los lugares que se pueden filmar y los que no, e insisten mucho en que este artículo no puede incluir ninguna precisión. Fue la condición para permitirle al equipo de Infobae acceder a una de las posiciones de defensa y pasar el día junto a los soldados que apoyan por el fuego a la infantería que intenta sostener Bakhmut y recuperar algo del terreno perdido en este frente de combate.
Tampoco se puede revelar cuánta gente hay en esta posición, pero camino al lugar se pueden observar en todos lados del campo diferentes carpas camufladas, vehículos ligeros, otros blindados, cañones entre los árboles, soldados vestidos de blanco para confundirse con la nieve. Básicamente, todos los alrededores de Bakhmut hoy son una gran fortaleza, las fauces de un lobo desesperado por morder. La batalla se libra sin pausas.
Acá, en este escondite de artillería, hay construidos dos búnkers. En el primero está sentado un joven que acaba de bajar a descansar, pero no se sacó ni el chaleco ni el casco. Se llama Andrii, tiene 23 años y es artillero: ayuda a disparar y a cargar el Howitzer 2S1 que tienen a cargo. Se trata de un vehículo anfibio que porta un cañón autopropulsado. Es de fabricación soviética y data de 1972, pero sigue funcionando como el primer día.
—¿Qué sientes cuando disparas el Howitzer?
—Siento odio. Odio hacia el enemigo. Eso primero que todo. Y después también siento orgullo por lo que estoy haciendo.
—¿Cómo lidias con todo esto? No es una vida normal pasar semanas bajo tierra protegido de los cañonazos.
—Cuando te das cuenta de que tus parientes y las personas queridas te están esperando en casa, la tarea cobra sentido. Solo eso me ayuda a tolerar esto. Estar conectado con mi familia, hacer videollamadas, hablar, saber de ellos. Todo eso me ayuda.
—Ya pasó casi un año de la guerra. ¿Perdiste algún camarada?
—Muchos. Es una pregunta difícil que preferiría no responder, pero la verdad es que muchos. Es una guerra grande, hay muchas pérdidas, no podría ser de otro modo… Sin embargo… No sé… A menudo nos pasa que estamos sentados alrededor de una mesa charlando y recordamos a nuestros camaradas que antes también estaban sentados con nosotros y ya no… Ellos están siempre en nuestros pensamientos y en nuestro corazón.
Andrii mantiene la compostura, no deja escapar ni una lágrima ni una vacilación, pero se ve a través de sus ojos que a los 23 años ya sabe más de la muerte que casi cualquier chico de su generación.
Su superior es un sargento de barba larga que dice que el Howitzer es un arma noble, que si se la cuida nunca falla y ofrece una “precisión de francotirador”. Abre las compuertas y señala orgulloso los elementos del blindado: la mira, los proyectiles, los pedales. Está protegido en una especie de trinchera especial y por delante lo cubre una red de alambre puesta para protegerlo de los drones kamikaze. Es que si uno lo detectara, se podría lanzar de inmediato contra él para destruirlo. Gracias a la red, no llegaría a impactarlo y exploraría antes. De todas formas, parece difícil que se pueda rastrear esta ubicación: la infraestructura es mínima, casi indistinguible del paisaje.
En el bunker entran unas seis personas durmiendo, tal vez ocho. Tiene una salamandra que da calor y están provistos con gaseosas, snacks, papas, chocolates, café, enlatados y algunas cosas más. No parece faltar nada, definitivamente tampoco sobra.
El sargento, comandante del Howitzer, tiene 36 años y ya participó en la guerra en los primeros años, durante el 2014, 2015, 2016. En un momento dejó el ejército e intentó tener una vida normal, pero le costó volver a la sociedad civil. “No fue fácil, tuve algunos problemas”, dice. “Por eso cuando esta guerra termine volveré a trabajar en el campo. Eso es lo mío, eso es lo que me gusta”, completa.
—Cuando tienes tiempo libre, ¿en quiénes piensas?
—En la familia, los amigos, y sobre todo en las cosas voy a hacer en el futuro. Acá si no sueñas con el futuro te puedes volver completamente loco.
—¿Qué tipo de objetivos atacan usualmente?
—Tropas del enemigo. Vehículos ligeros, algunas veces blindados más potentes. Posiciones de tiro del enemigo, búnkers, armamento. Y algunas cosas más.
—¿Qué sientes cuando disparas?
—Depende de la situación, del lugar, del caso. Pero siempre siento subir la adrenalina. Es muy difícil de explicar, simplemente lo sientes.
Las cosas difíciles de explicar en la guerra entre Ucrania y Rusia son demasiadas. Si todo el mundo pensó en las primeras semanas que sería un triunfo rápido para Putin, todo el mundo se equivocó. Lo que sí es cierto es que durante los primeros meses los ucranianos sufrieron una enorme cantidad de bajas producto de la potente artillería rusa. El principio básico de la utilización de la artillería es la concentración de las bocas de fuego. Mientras más reunidos los cañones, mejor, porque da más apoyo de fuego. El combate por avanzar en el territorio podría definirse como la combinación de maniobra y apoyo de fuego. La maniobra es colocar las fuerzas en la posición más conveniente para derrotar al enemigo. El apoyo de fuego es la cortina para lograr esa maniobra: se abre fuego provocando que el enemigo deba protegerse y así las propias tropas puedan tomar las posiciones con mayor libertad.
El problema al principio es que Rusia respondía con demasiada velocidad al fuego de artillería ucraniana. Se trata del duelo de contra-baterías. Es decir: cuando una fuerza abre fuego, el enemigo de inmediato la detecta y abre fuego de contra-batería, para así eliminar la amenaza. Los ucranianos al principio de la guerra sufrieron muchas bajas porque la ya mencionada potencia de la artillería rusa tenía mucha capacidad de contra-batería. Con los cañones que Occidente le entregó a Ucrania, mucho más modernos, lograron equiparar la situación. Son armas más livianas que permiten abrir fuego y desarmar rápidamente, para abandonar el lugar y no correr riesgos de represalia. Por ejemplo, el cañón Caesar, francés, que entra en posición, tira y desaparece en cuatro minutos. Así, los avances se volvieron más disputados.
En esta posición de artillería no se abre fuego permanente porque no hay acumulación de bocas de fuego sino solo un arma muy potente que actúa cuando es necesario o aparece la oportunidad. Las brigadas de exploración dan coordenadas y el Howitzer sale de su guarida para hacer el ataque. Luego vuelve a esconderse y espera un nuevo objetivo.
Viktor es otro de los soldados que está en esta especie de base hace semanas. Tiene 23 años y se alistó en el ejército el 27 de febrero del 2022, tres días después del comienzo de la invasión. Es alto y ancho, y a diferencia del resto no deja ver su cara, aunque bien puede ser por el frío, que por momentos ronda los diez grados bajo cero.
Para Viktor el aniversario de la guerra es anecdótico, lo que le duele es la cantidad de amigos que perdió este año, más que en toda vida junta. Se lo ve la mayor parte del tiempo solo, limpiando su arma, preparándola. En un momento se aleja hacia otro de los vehículos del escuadrón y se sienta sobre unas cajas de munición vacías. Un rato después, accede a conversar. Lo primero que dice es algo relacionado a sus camaradas: “Están todo el tiempo en mi memoria”. Su gorro y su bufanda no dejan ver su expresión, pero por algún motivo se adivina algo en el movimiento de sus manos, en cómo usa el cuerpo.
La conversación es breve. Como lo bueno, la tristeza también se multiplica en brevedad.
—¿Qué piensas de los soldados rusos?
—No podemos subestimarlos. Tienen un ejército poderoso. Bueno, al menos lo tenían. Aún asi, continúan atacando nuestras posiciones. Y no son solo movilizados, tienen soldados entrenados seriamente. De todos modos ganaremos. La victoria será nuestra.
—¿Qué sientes cuando matas a un enemigo?
—¿Qué siento? Siento el culatazo de mi fusil en el hombro.
Video y fotos: Franco Fafasuli
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