El intento de golpe de Estado provocó un enorme daño al patrimonio cultural en Brasilia
Las miles de persoonas que invadieron el domingo las sedes del Palacio del Planalto, el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF) en Brasilia para pedir un golpe militar al reciente Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva destruyó todo a su paso, incluidas obras de arte de valor incalculable.
Edificios y pinturas dañadas, estatuas grafiteadas y el reloj Luis XIV, son algunas de las obras pertenecientes al acervo cultural de Brasilia que fueron destrozadas por el grupo de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro en la capital administrativa del país.
Cientos de partidarios de Bolsonaro (2019-2023), renuentes a aceptar la derrota de su líder en los comicios presidenciales de octubre, invadieron anteayer las tres sedes para reclamar una intervención militar y derrocar así al Gobierno electo que asumió sus funciones el 1 de enero.
El Palacio Presidencial de Planalto, la sede del Tribunal Supremo y la del Congreso, tesoros de la arquitectura moderna de Oscar Niemeyer fueron vandalizados. Estas construcciones futuristas con curvas emblemáticas fueron suficiente mérito para que la Unesco clasificara al tejido urbano de la capital brasileña como Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1987.
Cada uno de los tres edificios de los que se rompió una cantidad impresionante de ventanas, también estaba lleno de muebles de diseño y obras de grandes artistas brasileños, así como donaciones artísticas hechas por otros países.
Te puede interesar: Los incesantes asaltos a la debilitada democracia de América Latina
El Instituto del Patrimonio Histórico Artístico Nacional (Iphan) “lamentó profundamente los daños causados” y aseguró en un comunicado que próximamente realizará una pericia para “evaluar las necesidades de restauración”, citó la agencia de noticias AFP.
La estatua de granito La Justicia, esculpida en 1961 por el brasileño Alfredo Ceschiatti, se encuentra frente al Supremo Tribunal Federal, en la Plaza de los Tres Poderes. Esta obra monumental de más de tres metros de altura representa a una mujer de rodillas, con los ojos vendados y una espada en la mano.
La escultura fue grafiteada el domingo con la leyenda “Perdeu, mané” (perdiste, pobre idiota) en el pecho, una expresión que había sido utilizada por uno de los jueces de la corte suprema, Luis Roberto Barroso, para dirigirse a un bolsonarista que lo increpó sobre la confiabilidad de las urnas electrónicas en noviembre pasado durante un viaje del magistrado a Nueva York, poco después de la derrota de Bolsonaro frente a Lula en la segunda vuelta.
En el tercer piso del Palacio Presidencial se encontró tirado en el suelo un reloj hecho por Balthazar Martinot, relojero del rey de Francia Luis XIV, de marquetería Boulle, el cofre marrón y dorado muy dañado, con un agujero abierto en lugar de la esfera.
Según la Presidencia, el objeto fue un regalo de la Corte del “Rey Sol” a la corona portuguesa, traído por el rey Juan VI a Brasil en 1808, cuando huía de Lisboa ante la llegada de las tropas napoleónicas. Martinot solo fabricó dos relojes de este tipo: el otro, que tiene la mitad del tamaño del dañado en Brasilia, se exhibe en el Castillo de Versailles.
Te puede interesar: Identificaron a los responsables de trasladar hasta Brasilia a los participantes del intento de golpe de Estado
La restauración del ejemplar es considerada “muy difícil” por Rogério Carvalho, responsable del patrimonio de los Palacios Presidenciales, citado en un comunicado de prensa.
El cuadro Las mulatas, del pintor Emiliano Di Cavalcanti, uno de los maestros del modernismo brasileño, expuesto en el Salón Noble del tercer piso del Palacio Presidencial, resultó severamente dañado. El lienzo, que data de 1962 y representa a cuatro mujeres en un exuberante decorado vegetal, fue “apuñalado siete veces” por los atacantes, según la presidencia.
“Su valor se estima en 8 millones de reales (unos 1,4 millones de dólares), pero este tipo de obras suelen venderse por cinco veces más en las subastas”, señalaron las autoridades.
La “mesa de trabajo de Juscelino Kubitscheck”, el visionario expresidente brasileño por detrás de la idea de Brasilia, la capital construida de cero en medio de la sabana e inaugurada en 1960, también resultó dañada.
Esta mesa de color marrón oscuro, diseñada por Oscar Niemeyer y su única hija Ana María, fue derribada y utilizada como barricada por los radicales para bloquear el acceso de las fuerzas del orden al recinto, informó la Presidencia.
Con información de Télam
Seguir leyendo